Ordena tus discos por género: El Tutorial. (Tertulia 12-12-12)

¡Hola, amigos tertulianos!

Hoy voy a explicaros cómo ordenar los discos por género y que no resulte farragoso. Para ello necesitamos:

1. Discos. Del mundo real, físicos: vinilo, CD, LP, EP, single. Triste, pero el que para algunos sólo exista iTunes me hace sentir vieja ya a mis lozanos años.
2. Baldas sobre las que colocar nuestros discos. O cajas.
3. Elegir un sistema (alfabético, por género o una combinación de ambos) y proceder.

Yo voy a centrarme en la organización por género, que suele ser el más problemático y siempre es de agradecer que nos enseñen algún truco.

Mi sistema se basa en tres directrices:

• Agrupar los géneros en familias.

• Cada familia funciona como las de palabras.

• Cuidar las transiciones, ya que son nuestras amigas para clasificar esos grupos fusión y demás cosas raras.

Elegimos como etiquetas, por ejemplo, las clásicas de géneros, porque me parece práctico, porque no se pierde tiempo pensando cosas como en qué categoría encajan Las Ketchup: si en pachanga, chorradas o porquería. Es más fácil: flamenco-pop. Flamenqueo, incluso. Pero francamente, no sé para qué pierde la gente el tiempo reflexionando sobre estas cosas, si lo mismo ni tienen discos de estas muchachas. Limitaos a organizar lo que tenéis:

Primera familia: clásica, new age, relajación, instrumental.

Segunda familia: Bandas sonoras (familia de transición).

Tercera familia: Rock, heavy metal, nu metal, punk.

Cuarta familia: pop, hip hop (y lo puramente de baile).

Quinta familia: indie rock/pop.

Así es como me gusta. Pero vosotros, si lo preferís, podéis elegir un sistema más orgánico aún, con etiquetas del tipo:

mierda con guitarra y voz.

mierda épica.

mierda para bailar.

mierda para escribir.

mierda para dibujar.

mierda de la buena.

no sé que mierda estaba pensando cuando compré esto.

Etcétera.

Como veís, soy sistemática, ingeniosa y modesta; una maniática en rehabilitación que se ha librado de la necesidad de controlar en qué sentido deben ir las puntas de los bolígrafos en los estuches. Un gran paso que no ha llegado a mis estanterías.

En principio parece que el orden alfabético es el sistema ideal para alguien como yo, pero si tenemos en cuenta mis preferencias, el emparejamiento método-usuario no funciona tan bien. Mi primera pega se basa en que dicho sistema no contempla que en este  mundo hay más idiomas, ni que existe gente como yo que vive habitualmente rodeada por al menos tres. Cada uno con su propia representación gráfica de sus sonidos.

¿Qué hace el occidental medio cuando se topa con algo que no le es familiar? Lo adapta. Pero yo respeto demasiado la diversidad lingüística de este planeta, por lo que me da mucha grima lo mal que queda cuando se transcriben las pronunciaciones. Me duele mucho en mi corazón de filóloga cuando se acortan las vocales del inglés, o se adapta una consonante como la <sh> a nuestra <ch>: chi güent tu de muvis. Clasificar a artistas cuyo nombre empieza por consonantes que no existen en español, entonces, supone un desafío para el orden alfabético.

Además, si para ti, maniático de mi corazón, es importante la armonía visual de tu colección, si pones algunos libros juntos sólo porque la edición es la misma, el orden alfabético tampoco es tu amigo. En un sistema flexible, como el mío, puedes disponer tus discos como te venga en gana. Los géneros son la excusa, el hilo conductor que facilita encontrarlos.

Por último, sólo diré que me niego a vivir en un mundo que permita convivir a Alis con Avril Lavigne, a (El) Cigala (aunque adoro su Noches de Bohemia, no soy fan ni es mi estilo) con Coldplay; a (Las) Ketchup con grupos como (The) Killers y Marlango con Metallica y Mónica Naranjo. No pega. El orden alfabético no me sirve. Sólo lo consideraré, en combinación con la clasificación por géneros, cuando mi colección haya crecido tanto como para de verdad necesitar un sistema. Mientras tanto, me quedo con lo que tengo.

Feliz tertulia y espero que os sirva. 🙂