Pensamientos de la semana (2)

Rosamund: Ya sabes, madre, que siempre tengo que decir lo que pienso.

Condesa: ¿Por qué? ¡Si nadie más lo hace!

Downton Abbey, final de la primera temporada. Diálogo entre la Condesa Viuda, Violet Grantham, y su hija Rosamund.

Esta semana Instagram ha sembrado la duda en mí, sobre si crearme una cuenta e instalarlo en el móvil, o no. ¿Qué opináis? Me gusta hacer fotos, pero no sé si merece la pena.

También me gusta cocinar. Si paso por Canal Cocina, lo más probable es que me quede. Razones: Jamie Oliver, comida, Foodie Planet, tartas, espacios especializados como Cocina Brasileña o Cocina Italiana. Aunque he de confesar que acabé aburriéndome con los programas que había antes sobre Italia – excepto el de Jamie Oliver -, ya que todas las recetas giraban en torno a la pasta, o las pizzas o eran algo con mucho parmesano. No es que me disguste, pero acaba por aburrir. Sin embargo, Cocina Italiana se sale de este esquema gracias a su presentador, Roberto Salvatore Cristiano, al introducir una variedad de recetas caseras de su Nápoles natal.

He aprendido lo que es la panna cotta.

Soy consciente que más de uno estará pensando que ya era hora, que si ahora me entero. Más de uno me lo diría, porque les quema, porque lo tenían que hacer. Es en este tipo de fuego cruzado que cada día descubro algo nuevo del comportamiento humano en internet (aunque mi ejemplo es algo que ocurre en la vida cotidiana también, la real). Veo como se toman unas licencias en el trato para con los otros que se cuidarían de concederse, si la conversación fuera cara a cara. El tipo de cuestiones que me hacen pensar en Downton Abbey – siempre en Downton Abbey – la serie que se ha convertido en mi referente en cuanto a habilidades sociales: si me tropiezo con un (posible) conflicto, me pregunto cómo lo manejaría Lady Grantham, la condesa viuda. Pienso en los cumplidos que haría, los halagos, o como nos involucraría en una simple conversación llena de comprensión y sugerencias encubiertas. Todo en aras de evitar una pelea o manipularnos, de tal manera que ella se salga con la suya y que pensemos que ha sido por decisión nuestra.

Manipulación: nivel experto.

Es en estos casos que uno recuerda la verdadera importancia del lenguaje, del uso de los turnos de palabra, de las maneras de concederlos o robarlos, de los intercambios conversacionales (aunque sean vacíos). Puedo responderos que el verdadero mensaje de «a buenas horas te das cuenta» es que el emisor, o tú, persigue quedar en una posición de superioridad respecto al receptor, yo. Es mejor si se comparte una  anécdota de como lo descubrimos, o de la primera vez que lo probamos: así ambos nos incorporamos en un intercambio positivo. Y si internet es el nuevo medio donde se establecen y cultivan relaciones, tanto sociales como profesionales, lo normal será querer causar buena impresión. Independientemente de las diferencias de opinión: lo importante es como se maneja la situación, sea cual sea. A cambio de tener contactos que nos ayuden a progresar, hemos de ofrecer educación, hemos de saber dar conversación, respetar los turnos, saber escuchar y comprender lo que nos dicen, saber cuando decir «lo siento» o «siento que pienses así». En este caso, la paciencia será nuestra gran aliada.

La libertad de expresión no consiste en soltar lo primero que se nos pase por la cabeza: se trata de un derecho, por el que se lucha, pero sobre todo de una responsabilidad.

Bitches, please!

Hoy vi piscinas llenas de sangre, actores con la cara pintada de blanco, botellas de whisky abiertas y limpias y colillas todavía humeantes como técnicas – torpes – de crear una atmósfera tétrica; de insinuar que hay algo más de lo que parece, que hay vida sin haberla. Hubo una masacre en ese barco, lo pillo. Vuestro capitán se llama Murphy y os pasa de todo. Ghost Boat: eres tan mala que eres graciosa.

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